BAR FAVORIT nº 9: Joan
Bar inexistente, cualquier parte


Mi bar favorito no existe. No es que haya desaparecido victima de la especulación, o que se halla convertido en un supermercado de pakistaníes. Se trata de que prefiero recordar momentos concretos, sin que el lugar en que sucedan sea determinante. Por ejemplo recordar una mañana hace años que en lugar de estar en clase me hallaba en un bar del centro. Había silencio, y los rayos del sol dibujaban caprichosas formas sobre las baldosas. Ojeaba sin verlas las páginas de un diario, esperando no recuerdo a quién. O en otra ocasión, de viaje al norte de Alemania. Íbamos cuatro, y nos detuvimos en un área de servicio de la autopista (no se concretamente donde, aunque no importa, era una autopista). El día despuntaba, y hacía ese frío de las mañanas de viaje, como dijo Pessoa. Dentro la radio emitía una musiquilla suave, tradicional, y el ambiente era calido. Eso y el suave entrechocar de los platos y la sonrisa de alguna camarera en el bar me llevaron a una agradable que he retenido en la memoria.
Recuerdo el momento en un Starbucks coffe en una ciudad de oriente. No por el lugar, evidentemente. La compañía y las ganas de desayunar cosas conocidas obran milagros en algunos. O en Portugal, en un pueblo pesquero con viejas arrugadas de pañuelo en la cabeza. Tomamos unas cervezas solos frente a la ventana del bar, que daba sobre la playa desierta, con el sol a punto de esconderse…
Son muchos los momentos que uno puede escoger, cada uno los suyos y Dios en los de todos. Lo que se seguro es que mi bar favorito es cualquiera en el que pueda tomarme unas cervezas con mis amigos.